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Hace tiempo que nuestro jazz luce sólidos referentes para las nuevas generaciones de músicos, en lo que es un síntoma más de su madurez creativa. A Iñaki Salvador se le tiene hoy por un veterano maestro, aunque su inspiración nos llega siempre joven y lozana. Responsable de ello es la búsqueda permanente que el pianista realiza de lo inédito y lo personal, en una inspiración siempre asomada al riesgo, que es marca distintiva del buen jazz.
En el concierto que ahora ofrece en formato de dúo, el músico amplía méritos artísticos en compañía de un trompetista al que conoce muy bien y desde hace mucho tiempo: Chris Kase.